Extraños en la biblioteca

Lucía le dio algunas indicaciones a Burd sobre dónde tenía pensado buscar casa. Aunque pertenecía a la zona más acomodada de la ciudad, no estaba exactamente cerca de las grandes mansiones. Recordaba concretamente una a la que había ido de pequeña para una fiesta de Navidad, tal vez pertenecía al jefe de sus padres o algo así, y quería saber en qué estado se encontraba.

-Si vemos que algo ocurre nos volvemos- advirtió- No quiero meterme en líos innecesarios- dijo mirando a Neru de reojo

''No estoy escondiendo el coche, simplemente lo acabé de reparar antes y prefería hacerlo en un sitio con menos gente pasando.'' Neru no dijo nada más y subió al coche, sentándose en la parte trasera con la ametralladora, dejando la M16 colgando en la espalda.

Hizo una señal para que se dieran cuenta que él ya estaba listo y que podrían salir cuando quisieran.

Cuando todos tomaron posiciones arranqué la vieja cafetera y salimos del garage echando humo y con una orquesta generada por los ruidos del motor. El vehiculo se la aguantaba bastante, a pesar de ser tan viejo. Los tres ibamos medio saltando en nuestros asientos por los pozos que había en las calles, pozos que nunca nadie iba a arreglar.
La ciudad estaba tranquila, nos cruzamos con alguno que otro zombie y con el eco de alguna pistola luchando por la vida de su portador, pero muy lejos de nuestra posicion.

Luego de un rato entramos en la zona residencial y emepcé a bajar la velocidad para que Vonte pudiera ver las casas y si le gustaba alguna en particular.

-Lucía, si ves alguna que te interese me dices y la miramos ¿estoy yendo bien por acá? dame las indicaciones que quieras, no hay ningún problema.

Lucía era muy pequeña cuando fue a aquella fiesta de Navidad, y aunque recordaba la casa, no tanto el camino para llegar a ella, y el nuevo aspecto de las calles no ayudaba demasiado. Necesitaron varias vueltas, algunas muy estúpidas, hasta que la chica recordó el camino. La casa del jefe de su padre era bastante más pequeña que las que la rodeaban, con cierto aire de palazzo renacentista con la fachada sobria de piedra y balconada en el segundo piso. Un enorme árbol la ocultaba parcialmente, y los setos espinosos que rodeaban el patio se habían tragado la verja de entrada.

-¡Es ahi!- anunció señalándola con el dedo- Para

Se detuvieron y Lucía saltó del coche y, mirando antes en todas direcciones, se acercó a donde debería estar la cerca verja de entrada. Lla cerradura estaba oxidada, pero aún así no cedía, y las ramas dificultaban aun más la tarea. La niña buscó con la mirada y al no encontrar nada mejor decidio empezar a arrancar lo justo para poder trepar por el murillo que flanqueaba la verja.