La habitación donde Rasha se encontraba era pequeña, húmeda y oscura. Había permitido la presencia de algunas ratas para darle algo de ambiente, no sin la supervisión de sus mininos que rondaban los alrededores. Su invitado estaba sentado en una silla, atado de manos y pies, sin camisa y con un saco en la cabeza. Rasha llevaba su uniforme militar impecable, y se paseaba fusta en mano alrededor de la silla, midiendo al milímetro cada uno de sus pasos, observando el efecto del sonido de sus tacones.
-Me ha dicho un pajarito que tienes un bonito refugio cerca de la iglesia- comenzó con voz dulce y firme, deleitándose en el temblor del hombre provocado por sus propias palabras.- Un refugio bonito y seguro... Un lugar privilegiado para observar los movimientos de Orden... Nadie se había fijado en tí hasta ahora, nadie se había percatado de tu presencia, una pequeña ratita como tu no debe llamar mucho la atención...- se permitió una pausa dramática antes de sacarle el saco de la cabeza de un tirón. Le miró directamente a sus huidizos y húmedos ojillos- Quiero que me digas ahora absolutamente todo lo que hayas visto. Cualquier información sobre cualquier movimiento de esos desgraciados te salvará, y la Madre Rusia te recompensará- dijo en tono aterciopelado, alzando la cabeza del hombre por la barbilla con una mano enguantada- Pero si decides no colaborar, tendré que castigarte.
Dicho esto sacó un cuchillo fino, decorado con filigranas y con él empezó a trazar una línea delgada desde el labio inferior del hombre, pasando por su cuello, pecho y estómago y deteniéndose justo al borde del pantalón.
-¿Y bien?
Conocía al dedillo las filias y gustos de aquel hombre, había sido cliente suyo hacía tiempo y ahora retomaba el contacto ofreciéndole devolverle algo de su vida anterior a cambio de información. Era un hombre solitario, anodino, sin nada más de provecho que su lengua y sus ojillos inquietos que habían visto más de lo que debería. Era muy posible que no viviese mucho más, pero en ese mismo instante él estaba siendo útil a su ama, y haciendo realidad uno de sus deseos más oscuros.