Mijail había salido al jardín de la biblioteca, en una especie de placeta rodeada de vegetación, con una pequeña fuente con aguas verdes y estancadas en el centro. Estaba sentado en el borde de esta y leía tranquilamente su libro en un silencio casi total, sólo roto por el sonido del viento entre las ramas de los árboles y el pasar lánguido de las hojas.
Esperaba tranquilo a su invitada, que apareció al fondo del camino. No se inmutó hasta que estuvo a una distancia adecuada, que fue cuando se decidió a alzar la mirada, clavándola en la chiquilla, y a cerrar seguidamente el libro con una mano.
Hora de comenzar.
Se levantó y se estiró con tranquilidad. Había pensado en cómo enfocar el material que tenía: Velocidad, agilidad, flexibilidad y aptitudes saltadoras, pero poca resistencia, fuerza y estilo. Al igual que en el trato, Mijail no tenía muy claro como se debía de llevar un entrenamiento tranquilo y suave para principiantes, y su habilidad pedagógica no era precisamente una maravilla, así que…
Se giró hacia la muchacha y le hizo una seña con el brazo extendido, completamente serio. Mensaje nº 2: “Ataca”.
Esperaba tranquilo a su invitada, que apareció al fondo del camino. No se inmutó hasta que estuvo a una distancia adecuada, que fue cuando se decidió a alzar la mirada, clavándola en la chiquilla, y a cerrar seguidamente el libro con una mano.
Hora de comenzar.
Se levantó y se estiró con tranquilidad. Había pensado en cómo enfocar el material que tenía: Velocidad, agilidad, flexibilidad y aptitudes saltadoras, pero poca resistencia, fuerza y estilo. Al igual que en el trato, Mijail no tenía muy claro como se debía de llevar un entrenamiento tranquilo y suave para principiantes, y su habilidad pedagógica no era precisamente una maravilla, así que…
Se giró hacia la muchacha y le hizo una seña con el brazo extendido, completamente serio. Mensaje nº 2: “Ataca”.